Siempre, a veces más de lo que
hubiera deseado, hablo con la Verdad, con mayúsculas, de mi parte. Eso no es
relevante puesto que, quién me conoce sabe que yo no miento. Claro que, otra
cosa bien distinta es hacerlo ‘ex cáthedra’.
Siento pena por aquéllos que por
conocer, por dominar una determinada materia, se creen en posesión de ‘Las
Tablas de la Ley’. Para mí son, sin más, unos pobres diablos venidos a menos
que basan la atención y el respeto en cosas que, al fin y a la postre, no
interesan a nadie. Quizá ni a ellos mismos.
Odio a toda esa gente que
piensa que siempre lleva razón simplemente porque levanta la voz más allá de lo
permisible por mis oídos, acompañando sus razonamientos de golpes en mesas y
mostradores, de aspavientos más propios de un loco que de quien pretende
aclararte, explicarte algo. Que no oye a nadie. A estos, sencillamente, los ignoro.
Sin embargo, cuando nos hablan
de forma pausada, simple, con todos los razonamientos posibles habidos y por
haber, decidimos que quien lo hace, tiene razón. Admitimos nuestro error y a
otra cosa…
Pues bien, tampoco estoy muy
de acuerdo con ello. Hay verdades que no se dejan resumir en palabras, que no
pueden ser contenidas en ellas. Un argumento, por muy fuerte y muy de peso que
sea, no siempre implica tener razón. Las verdades NUNCA son absolutas.
TODOS podemos tener parte de razón
en cualquier discusión, en cualquier cambio de impresiones que se precie. El
asunto está en saber oír al resto, valorar su opinión y pensar que, cada cual
se irá al final a casa pensando ‘que ha ganado’, que el resto no sabe de qué demonios
habla, sólo él.
Por no hablar de las verdades en minoría. El gran Mahatma ya nos apuntaba aquello de que 'Aunque la verdad esté en minoría, sigue siendo la verdad'.
No, las verdades NUNCA son
absolutas. Y, aún menos, las religiosas... De hecho, discutimos a menudo acerca de si, a las doce y diez de la
noche sigue siendo ‘hoy’ o ya es ‘mañana’. ¿La verdad? Bueno, el momento más
importante de mi vida es ‘AHORA’, poco importa si son las diez menos diez o las
dos de la madrugada…
No reniego de mi pasado pero en el Pasado queda.
Mi mañana no existe ni llegará. Sólo el Presente, con mayúsculas es lo que vivo, o lo que
pretendo vivir en cada instante. Lo demás, no importa. A nadie. Y, menos aún, a
mí.
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