jueves, 12 de diciembre de 2013

¡Odio la Navidad! O no… (II).

(A vueltas con el tema, para que nadie se siga preocupando por mí y por cerrarlo de una maldita vez).


Ayer noche, enchufo la tv y poco antes de disponerme a disfrutar con ‘Homeland’ (magnífica serie, magníficos protagonistas. Todos. Aunque la Danes y el Lewis, se lleven la palma…), llega la hora de la publicidad y, ¡oh, Dioses del Olimpo y de Asgard reunidos!, más jodidas cadenas disparando cada vez más estúpidos anuncios publicitarios con el ‘Happy Xmas’ por bandera (que, por cierto, lo único que me gusta en lo tocante a esta, digamos, ‘felicitación’ es el ‘Happy Xmas (War Is Over)’ del genio Lennon. Y eso que, muy a mi pesar, se oye a la ‘china’… Sin comentarios… Si él la amaba, nada que decir al respecto. No soy el más indicado para ello…).

…Pues bien. Es que lo de ayer noche roza el colmo de la idiotez. ¿En serio pretendéis engañarme con mensajes del tipo ‘El amor es la gasolina que alimenta el corazón, que es el motor del Mundo’? Bueno, la frase se me acaba de ocurrir, pero la idea es esa. Hacerme ver que eso es cierto. Y, por supuesto, sólo en Navidad. El resto del año, a jodernos los unos a los otros. Y no en el sentido que a todos nos gustaría…

Un imberbe de mente simple, guitarra en ristre, pretendiendo que me crea que todo es maravilloso y mágico en estas fechas; que vivo en la Calle de la Piruleta, Casa de la Gominola, con mi amigo Homer Simpson. Y no estaba solo. ¡Qué va! Deambulaba rodeado de un montón de tías buenas, todos berreando a coro un absurdo soniquete…


Amadas mías, queridos amigos: esto no es así. El motor del Mundo no viene definido por esa palabra de cuatro letras, las más de las veces impronunciable. El Mundo se mueve al son que marcan los especuladores financieros, los políticos de mierda que sólo persiguen su propio provecho y no el de su Pueblo. Aquéllos que, por deporte, infringen daño a sus semejantes. El DOLOR es el verdadero motor del Mundo. Recordad que, hasta los que amamos, acabamos sufriendo. Inevitablemente.

¿Y por qué disfrutamos de él? Porque estamos tan habituados que acaba produciéndonos placer. Amargo, sí, pero placer. Al final, acabamos disfrutando de él como si del amor (ya se me escapó la palabrita de marras…) se tratara. Pero no es real. No. Nada de eso.

Como escribiera mi tío Tom (Waits, off course…) en ese magnífico Blood Money, Everything Goes To Hell y, desde luego, en la magnífica Misery Is The River Of The World, ‘Everybody Row!’ en su estribillo. Sí, Todo se va al Infierno. Tarde o temprano. Y, desde luego La miseria es el río del Mundo. ¡Y todos a remar!

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La vida, sí, son tres malditos y jodidos días. Dos, de fiesta. Uno, de resaca. Y, cuando llega el tercero, ya sabéis lo que toca… ¡Todos a remar! Hacia el Infierno más cercano, por favor. Que tampoco estoy para mucho esfuerzo...