En este inmenso Mundo, mesurable
pero inmenso…, ¿cómo diablos vine a nacer dónde lo hice? Porque, si hablamos de
venir a Él con todo que la Genética, la Biología…, las Ciencias en general,
puedan aportarnos de nuevo y/o extraordinario en nuestra vida futura, imaginación
y creatividad al poder, amplias posibilidades para todos, ¿NADIE se planteó el
hecho de que, quizá, NO QUISE NACER DÓNDE
LO HICE? Y, sí…, pudo ser peor. Pero eso no palía el hecho de
que YO no deseé nacer en el lugar al que me trajeron hace unos años (algún
tiempo ha transcurrido desde entonces, sí; quizá demasiado…). No. Nadie me dio
la oportunidad de elegir.
¿Libre albedrío? ¿También en
esto? Pues bien, quiero que, de
inmediato me traigan el libro de reclamaciones. Porque, ya me dirán…, si se
puede protestar por (casi) todo, ¿por qué no hacerlo por esto? ¡Ah!, que debo
estar volviéndome loco… ¿Ven? ¡Toda la culpa la tiene el maldito Levante! Toda mi
vida soportando su recalcitrante ‘sopla que te sopla’ y así me va…
Mucho hablar de que, en un futuro
no tan lejano, conseguiremos nacer sin enfermedades hereditarias graves, mucho
hablar de prótesis biónicas, de inteligencias artificiales implantadas en fetos
para, cuando sean alumbrados, posean cualidades más que increíbles y, ya me
dirán para qué diablos me sirve si yo no quiero nada de eso. Mi deseo, cuando mi
alma vagaba por los espacios infinitos del Multiverso, antes de que la mano de
un desconocido de bata blanca tirara de mí y me arrancara del vientre materno,
era muy fácil de adivinar. ¡Quiero elegir mi lugar de nacimiento!
Al igual que Vincente (Ethan
Hawke) vino a este jodido Planeta azul en ‘Gattaca’, siempre preferí ser concebido
de modo natural a serlo en un laboratorio. Pero…, ¿tan complicado era acertar con
el lugar? Y la época, claro. Aunque esa es otra historia. Para no dormir, que
es lo que me faltaba, visto lo poco que lo hago.
Lo cierto es que desearía haber
nacido, pongamos por caso en 1995 (y, no, nada que ver con la dichosa rima…),
aunque, a la par, tener ahora 30 años, porque…, ¿quién es el listo que ha
decidido que no puedo elegir la edad que quiero tener? (y, no, la edad no es un
estado mental; al menos no es sólo eso. Aunque yo lo crea…).
Lo que me consuela, aunque no
demasiado, es el hecho de que hasta a mi lugar de nacimiento, ya que sigo
viviendo en él (¡quién sabe por cuánto más tiempo!), creo que he llegado a
acostumbrarme… A veces. Con lo que no puedo es con lo de los años. Seguiré
atento las innovaciones científicas de la basura de siglo que nos está tocando
vivir. Por si eso puedo elegirlo. Veremos.
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