jueves, 9 de enero de 2014

El Destino, El Caos y la Mariposa.

A menudo pensamos que todo está ‘atado y bien atado’, que lo que nos sucede (y lo que no) a lo largo de nuestra existencia, viene dado por lo que haya escrito, no se sabe quién, en ese libro llamado Destino… Pues bien, jamás he creído que mi vida siga estrictamente el modelo del reloj, previsible, determinado, lineal. ‘Cuando lo manda el destino, no lo cambia ni el más bravo, si naciste pa' martillo del cielo te caen los clavos’, que cantara Rubén Blades…

Y puedo decir, parafraseando a Einstein, que ‘nadie juega con el Universo (ni con mi vida) a los dados’, sea quien sea ese alguien, aunque, en ocasiones, tengo la impresión de que debe haber algún ente que conmigo se lo está pasando, digamos, ¿divinamente?

Pero no. No todo puede estar escrito. Siempre hay pequeñas variaciones, diminutos matices que pueden hacer que un sistema, por estrictas que parezcan sus estructuras, su planificación futura, se vea sometido a un final imprevisible, distinto a lo planificado.  ¡Amada ‘Teoría del Caos’!

Y, ¡cómo no!, una pequeña alteración en una vida metódica, por muy compleja que ésta sea, puede producir tales cambios en lo que siempre has creído perfectamente estudiado, que las consecuencias sean de todo punto imposibles de determinar a priori. ‘Efecto Mariposa’, lo llamamos, una de las características de la mencionada teoría.


En mí caso, nunca he tenido claro si creer o no en el Destino. Tampoco me importa demasiado. Lo cierto es que cuando realizo pequeños cambios en mi rutina diaria, todo parece verse de otro modo. Y cuando voy en contra de todo y de todos, haciendo lo que me apetece hacer en ese momento, dejándome llevar por mis impulsos, por mis apetencias mundanas, más aún.

De hecho, todo suele ir de maravilla hasta que el ligero, suave aleteo de una hermosa mariposa, causa su efecto en mi estómago. Ahí, la cosa se complica. Y comienza el Caos...


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