jueves, 17 de diciembre de 2015

Ruidos.

Ayer noche, bien entrada la madrugada, me desperté. Unos golpes en los cristales me sacaron de mi estado habitual a esas horas. Me levanté, abrí la persiana del balcón de mi dormitorio y no había nada. ‘El viento’, pensé. Y volví a la cama. Apenas me había dado tiempo de volver a conciliar el sueño cuando el ruido volvió a repetirse. ‘Igual lo he soñado’… Algo en mi interior hizo que volviese a levantarme. Los ruidos no provenían de los cristales de mi balcón. Venían del baño. ‘¡Muy raro!’, me dije. Tan raro que provocó que el vello se me erizara, convirtiendo la situación en inquietante cuando, una vez levantado, pude comprobar que los golpes no venían de la ventana. Provenían del espejo.


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