Gobernantes mal paridos, eyaculados
desde lo más profundo de las cloacas del Averno. Vosotros que no sólo no debisteis
haber alcanzado ¡jamás! el Poder sino que no debierais haber sido alumbrados a
este Mundo, maldito por gente como vosotros, hijos de la Mentira y la Traición,
capaces de desayunaros sapos cada mañana con tal de permanecer en vuestra
poltrona sin ver más allá de vuestro propio ego. A vosotros que nada os importan
vuestros semejantes a los que engañáis no sólo cada cuatro años sino día a día,
cada vez que gozáis de una oportunidad de demostrarlo, ¡YO OS MALDIGO!
Próceres e ilustres banqueros,
criados en cunas de oprobio, alimentados a los pechos de la ignominia y la
vileza, cerdos acaparadores de las ilusiones de la gente que deposita su
confianza (y sus bienes) en vosotros para que, a las primeras de cambio, los
estaféis y acabéis abandonándolos en las cunetas del desencanto y la
desesperación. A vosotros, hijos del Mal, ¡YO
OS MALDIGO!
Empresarios nacidos para vivir
de la sangre de aquéllos a los que exprimís hasta el hartazgo con tal de
mantener ese status que os permite vivir por encima de lo que os merecéis,
hienas que por una mísera moneda sois capaces de arrastraros por el lodo del
ultraje y la desvergüenza. A vosotros que explotáis a gente sana, en cuerpo y
espíritu, anulando toda posibilidad de Felicidad, ¡YO OS MALDIGO!
Clérigos más hijos del Pecado
que de la Redención, de sonrisa beatífica, dedos entrelazados y lengua de doble
filo, cuya mano izquierda no sólo conoce a la perfección lo que hace la derecha
sino que, además, contribuye a compartir las mismas atrocidades de aquélla. A
vosotros que vivís a costa de la miseria de a los que poco menos que obligáis a
ofrecer su otra mejilla mientras andáis más preocupados por vuestras posesiones
terrenales que por la salvación de aquéllos entre los que predicáis, ¡YO OS MALDIGO!
Pueblo inculto, ineducado, adocenado,
aborregado, hundido cada vez más en un mar de vomitivo consumismo, sin otro
criterio que el de seguir y servir a los intereses de los que, con una falsa sonrisa
de desprecio dibujado en sus rostros, lo manipula a su antojo negándole, a la
hora de la verdad, el pan y la sal, el Universo falsamente prometido. A
vosotros, ¡YO OS MALDIGO!
…
Ruego por esta Humanidad
deshumanizada. Pido de penitencia guardar una Eternidad de Silencio. Es lo que
merecemos.
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